Cuando echo la vista atrás siento vértigo. Recuerdo una aventura que comenzó en el verano de 1999. Sólo tenía 31 años, a punto de cumplir los 32, igual que Tomás Gómez, el recién elegido alcalde.
Once concejales sobre veinticinco. La legislatura no se preveía sencilla. Además, la economía municipal anclada en la anterior crisis y la falta de liquidez no ayudaban en la tarea de gobierno.
Pero al mal tiempo buena cara. Y a las dificultades se contraponía una gran ilusión por transformar, crear, mejorar y definir el futuro de una ciudad a la que queríamos y en la que creíamos. La tarea se presentaba apasionante.
Manos a la obra.
Primero. Mejorar la calidad de vida de los vecinos con una remodelación integral de la ciudad: calles, aceras, interbloques, alumbrado, zonas verdes, parques infantiles, colegios...
Segundo. Crear las infraestructuras que necesitaba Parla. La primera piscina cubierta, la biblioteca Gloria Fuertes , el complejo A. Di Stefano, nuevos autobuses urbanos, la jefatura de Policía Local, la Escuela de Música y Danza.
La fisonomía de nuestra ciudad cambió. Pero aún más importante fue que nuestra gente, mi gente, comenzaba a decir que vivía en Parla. Comenzábamos a sentirnos orgullosos de ser de Parla, de saber que conseguimos lo que nos proponemos y que la recompensa del esfuerzo colectivo da sus frutos.
Nuestra ciudad se reconocía como tal: una gran ciudad. Grande por sus gentes y por nuestra ambición de progresar y buscar el mejor futuro para nosotros y los nuestros.
Peleamos por un Hospital y lo conseguimos. Es evidente reconocer que aún faltan medios materiales y humanos para que nuestro derecho a una sanidad de calidad sea del todo cierto. Pero este aspecto tan importante tendremos tiempo de comentarlo.
Comenzamos un gran reto, Parla Este, con 11.800 nuevas viviendas, nuevos vecinos, 85% de vivienda protegida. No podíamos permitir un nuevo barrio sin los más elementales servicios, ni tener dos ciudades: la vieja y la nueva.
Había que establecer un buen sistema de transporte público. Hoy tenemos el tranvía.
Todo en diez años. Una década en la que se han sumado muchos esfuerzos, ideas, propuestas, horas de trabajos, disgustos, sinsabores, momentos de soledad y discusiones de muchos.
A todos ellos GRACIAS, porque ha merecido la pena. Al menos, yo así lo creo. Espero que vosotros también.
Once concejales sobre veinticinco. La legislatura no se preveía sencilla. Además, la economía municipal anclada en la anterior crisis y la falta de liquidez no ayudaban en la tarea de gobierno.
Pero al mal tiempo buena cara. Y a las dificultades se contraponía una gran ilusión por transformar, crear, mejorar y definir el futuro de una ciudad a la que queríamos y en la que creíamos. La tarea se presentaba apasionante.
Manos a la obra.
Primero. Mejorar la calidad de vida de los vecinos con una remodelación integral de la ciudad: calles, aceras, interbloques, alumbrado, zonas verdes, parques infantiles, colegios...
Segundo. Crear las infraestructuras que necesitaba Parla. La primera piscina cubierta, la biblioteca Gloria Fuertes , el complejo A. Di Stefano, nuevos autobuses urbanos, la jefatura de Policía Local, la Escuela de Música y Danza.
La fisonomía de nuestra ciudad cambió. Pero aún más importante fue que nuestra gente, mi gente, comenzaba a decir que vivía en Parla. Comenzábamos a sentirnos orgullosos de ser de Parla, de saber que conseguimos lo que nos proponemos y que la recompensa del esfuerzo colectivo da sus frutos.
Nuestra ciudad se reconocía como tal: una gran ciudad. Grande por sus gentes y por nuestra ambición de progresar y buscar el mejor futuro para nosotros y los nuestros.
Peleamos por un Hospital y lo conseguimos. Es evidente reconocer que aún faltan medios materiales y humanos para que nuestro derecho a una sanidad de calidad sea del todo cierto. Pero este aspecto tan importante tendremos tiempo de comentarlo.
Comenzamos un gran reto, Parla Este, con 11.800 nuevas viviendas, nuevos vecinos, 85% de vivienda protegida. No podíamos permitir un nuevo barrio sin los más elementales servicios, ni tener dos ciudades: la vieja y la nueva.
Había que establecer un buen sistema de transporte público. Hoy tenemos el tranvía.
Todo en diez años. Una década en la que se han sumado muchos esfuerzos, ideas, propuestas, horas de trabajos, disgustos, sinsabores, momentos de soledad y discusiones de muchos.
A todos ellos GRACIAS, porque ha merecido la pena. Al menos, yo así lo creo. Espero que vosotros también.
Lo he leído un mes tarde, pero ha causado el mismo efecto. He vivido en Parla toda mi vida (32 años). Entiendo perfectamente el optimismo de esta nota, es evidente que se ha hecho mucho por nuestra ciudad, que ha mejorado sensiblemente, sobre todo en servicios, muchos de ellos envidiables al compararlos con otras ciudades. Sin embargo, porque quiero a Parla (y he de decir que porque creo en el proyecto socialista) quisiera invitarte a hacer la siguiente reflexión, ¿no estaremos muriendo de mejoría? estamos tan orgullosos de todo lo conseguido en tan poco tiempo que estamos perdiendo la visibilidad respecto a lo mucho que queda por hacer, sobre todo en cosas muy básicas pero llamativas. Pongo algunos ejemplos:
ResponderEliminar_ La limpieza. Me consta que el Ayto. hace un esfuerzo contratando muchos efectivos que no están resultando tan efectivos. Seguro que paseas por Parla, seguro que paseas por Parla Este o por Isabel II, sobre la esquina de la biblioteca Gloria Fuertes. No podemos conformarnos con el estado de esas calles, con aceras impregnadas de “lixiviados” de bolsas de basuras y contenedores soterrados que desgraciadamente no resultan más higiénicos (Parla Este, Estrella Polar). La solución no es, creo, que se avise a la empresa concesionaria para que envíen un refuerzo puntual o comprobar que las hojas que verifican (supongo que las hay) que se han hecho todas las inspecciones y se han limpiado aceras y contenedores están rellenas. Seguramente me pase de lista, pero si este control no lo hace el ayuntamiento, lo hace una empresa especializada del tipo en la que alguna vez he trabajado, la fiabilidad no es buena. El control debe ser directo y diario, por lo menos hasta que funciones de verdad
_ Excrementos de perro. Es obligado recogerlos, pero las calles (siento volver a poner como ejemplo Parla Este, pero es donde habitualmente paseo) se llenan de ellos con total impunidad; quizá, aunque costosa y políticamente poco correcta, no vendría mal una campaña de sanciones.
_Parla Este, zonas verdes. Entiendo los motivos del retraso en la adecuación de esta zona. Pero ¿qué motivo hay para emplear césped artificial en los viales? Puedo entenderlo en las vías del tranvía, pero no en las zonas que rodean el carril bici.
_Parques infantiles. Abundan, gran trabajo. Pero ¿qué ocurre con el mantenimiento? Como ejemplo las zonas infantiles del parque Parla Este (y vuelvo a pedir disculpas por el ejemplo). Son estupendas, pero tienen los escalones de madera que bajan a los fosos de arena rotos, con clavos vivos, el polímero del suelo está levantados …
No permitamos que lo que ha sido un ejemplo para muchos se convierta sólo en autosatisfacción. Empleando terminología de calidad, “ir a gemba”, es decir, estando cerca de lo que ocurre cada día, podremos implementar la mejora continua, básica en el desarrollo de una gran ciudad, que no sólo funciona con grandes desarrollos sino también con pequeños y rápidos pasos.
Un saludo
Siento que alguien pueda pensar que este ha sido un post de autocomplacencia. No era mi intención, lo único que quería era hacer una reflexión personal sobre lo que ha supuesto esta etapa para mí. Como tu dices, queda mucho camino por andar y seguro que, con gente como tu, con vecinos que nos indican en camino a seguir y donde hemos de mejorar, todo será más fácil. Gracias por tus aportaciones y me pongo manos a la obra para tratar de mejorar todo aquello que me expones.
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