
Esta semana, más de 1.000 vecinos han cerrado su curso escolar en disciplinas como danza, música, teatro o pintura. A esos apóstoles irredentos de la iniciativa privada les parecerá un despilfarro de recursos. A mí me parece una inversión indispensable de futuro y, desde luego, esa política no es incompatible con otras de carácter social. Que un millar de vecinos hayan crecido culturalmente es algo que me llena de orgullo. He estado en el final de curso de estas escuelas y ver la cara de satisfacción de padres, de madres, de hijos, de todos ellos… eso no tiene precio. Ésa no es materia comerciable.
De esos más de 1.000 parleños que complementan y enriquecen su formación y nivel cultural con la ayuda de este ayuntamiento, pocos podríamos acceder a este tipo de enseñanzas si no fuera con el amparo de lo público. Otros, gracias a la gran labor de las asociaciones, encuentran otros formatos y temáticas que igualmente les permiten formarse integralmente. Y justo es señalarlo y destacar la importante labor que el colectivo de asociaciones tiene en nuestra ciudad.
Ya digo que me siento orgulloso de poder poner al alcance de muchos estas oportunidades, pero eso sería poco si no fuera por todos aquellos que lo hacen posible día a día. Por eso vaya desde aquí mi reconocimiento para ese millar largo de alumnos, para sus profesores y monitores para todos aquellos que aportan su generoso esfuerzo para construir una ciudad cada vez mejor y más moderna y con mayor cultura. Eso supone que estemos un pasito más cerca de nuestro objetivo.