viernes, 12 de agosto de 2011
…, 15M, 22M, JMJ, 20N,…
El calor del verano produce el cambio del estado sólido al líquido y ansiedad por combatirlo: el helado del verano tiene que comerse rápido, la cerveza bien fría, la sandia recién sacada de la nevera…, calor y frío, el eterno contraste, negro y blanco…
Es martes 9 de agosto, 32 grados, estoy escuchando a unos tertulianos hablar sobre la visita del Papa. Hoy sale en la prensa la opinión de nuestros socios de gobierno sobre la cesión de espacios públicos y me viene a la cabeza la conversación mantenida con dos ciudadanos esta mañana sobre estos asuntos y algún otro, circunstancias que me han llevado a escribir estas líneas.
La conversación ha sido productiva, sensata, inteligente, porque pocas veces en la vorágine del día a día tenemos tiempo para el debate y el intercambio de opiniones.
Soy agnóstico, en mi familia convivimos entre al ateísmo practicante y el catolicismo de misa y procesión. Mi cargo me hace estar presente en actos religiosos, algo que hago con la responsabilidad que me otorga representar a una ciudad que posiblemente, se mueva en los mismos paréntesis de creencias que mi familia.
Tanto en mi tiempo de actividad institucional como privada, he conocido a muchos católicos que trabajan por los demás, sobre todos en estos duros momentos. También de otras religiones y de otros colectivos de nuestra ciudad.
Esto último ha sido lo que me llevó a tomar la decisión de ceder tres espacios a los organizadores del encuentro en Parla: tres pabellones deportivos que acogerán aproximadamente a 620 peregrinos. Solamente la luz y el agua correrán a cargo de las arcas municipales. Es verdad que la presencia de nuevos visitantes en la ciudad nos obliga a desarrollar un dispositivo de seguridad, necesario y conveniente, como ya hemos hecho en otras ocasiones, y tal y como nos recomienda la Delegación del Gobierno de Madrid.
Una decisión que se hace extensible a numerosos colectivos y asociaciones vecinales de la ciudad, que con normalidad disponen de espacios y edificios públicos para desarrollar sus actividades durante todo el año.
Éste es el punto que quiero dejar claro hoy, pero quiero hacer algunas apreciaciones que me parecen significativas:
Uno de los elementos más importantes a la hora de tomar decisiones que debemos tener en cuenta los que tenemos responsabilidad es la proporcionalidad, sobre todo en estos momentos de dificultad para muchos ciudadanos y ciudadanas. No se trata de pasar de una política expansiva del gasto a la inactividad. Hay que ser proporcional en aquello que se ejecuta. Proporcional a un momento en el que se viven grandes carencias, proporcional en las acciones dirigidas a la ciudadanía, proporcional en su puesta en escena.
Yo no tengo nada en contra del Jefe de Estado del Vaticano ni de los que profesan la religión católica. Su visita, como la de otros mandatarios y su agenda pública, es la que pactan la diplomacia de ambas partes y sus representantes religiosos en nuestro país.
Pero la visita de esto días, en mi humilde opinión, no cumple estos requisitos. La opinión pública lo percibe como un gran derroche, como un exceso, tráfico cortado durante una semana, espacios públicos restringidos durante demasiado tiempo…
Es verdad que hablamos de un gran colectivo ciudadano que en mi opinión, no representa en aritmética proporción el despliegue realizado, más bien diría yo, ha sido concebido como una geométrica progresión.
El lujo en la puesta en escena y la magnitud, destruyen el principio que planteo en estas líneas. No digamos el que va a realizar la televisión pública madrileña. Un desproporcionado exceso informativo comparado con el que dedica durante el resto del año a cuestiones más relevantes, que interesan más y al que tiene derecho la ciudadanía. Proporcionalidad.
Hay algo más sobre lo que quiero reflexionar, y espero equivocarme. De esto se habla poco, se habla de los costes, beneficios, esponsorización,… No voy a entrar en esto qué es importante, pero existen elementos que me preocupan más que esos y que han sido reiterativos en el pasado más inmediato: en la plaza madrileña de Colón y en numerosas comparecencias de los máximos representantes eclesiásticos.
Espero equivocarme y rectificaré, dado el caso en estas mismas páginas. Me refiero al continuo y reiterado cuestionamiento de leyes que nuestro Parlamento ha puesto en marcha. Derechos cívicos, ciudadanos, individuales, en los que hemos avanzado y que han supuesto para mí una inyección de oxigeno en asuntos en los que era y es necesario avanzar, lograr, conseguir: aborto, matrimonios entre personas del mismo sexo, igualdad, igualdad de trato…, leyes cuestionadas por ciertos sectores poco dados a la ampliación de estos derechos.
La tribuna de la lícita creencia ha pasado a ser en numerosos momentos el atril de un mitin. Y esta invasión del terreno del Parlamento y la continua deslegitimación de los acuerdos adoptados por aquellos que han sido elegidos por la ciudadanía, me parece intolerable. Más cuando el presidente Zapatero ha sido objeto y diana de soflamas poco pías por parte de los convocados.
Es verdad que no se ha abordado el debate del laicismo, como se reclama por parte de numerosos ciudadanos, desde el punto de vista formal. Pero han sido muy efectivas las leyes referidas ya que nos allanan este camino. Incluso contribuye la desproporción de los acontecimientos de la próxima semana para que el debate precipite de una forma rápida.
De todas maneras, llevamos tres meses de continuo debate, en prensa, con contertulios, sobre primas de riesgo, IBEX…, acontecimientos que nos tienen aturdidos o nos aturdirán: …, 15M, 22M, JMJ, 20N,….. siglas algunas que me han dejado mal sabor de boca y otras, que espero nos liberen de la desproporcionada crispación, nos dejen mejor sabor y nos emplacen a la racionalidad y al compromiso que debemos tener con este país.
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Comparto el desasosiego que producen ese torbellino de siglas que marcan jornadas pasadas y futuras que nos afectan como ciudadanos. Nadie pone en duda el acontecimiento que supone el JMJ y la llegada de un millón y pico de visitantes a nuestra Comunidad, la crítica solo corresponde al boato, la parafernalia, la sobredimensión del evento y las molestias que provoca a los madrileños el desarrollo del mismo. Habrá que estar atentos a lo que se dice desde púlpitos y altares sobre nuestras leyes, nuestros derechos y nuestras instituciones. Tampoco podemos negar la raiz cristiana de Europa, pero en el siglo XXI y con una sociedad multirracial el sentimiento religioso debe ser cada vez más privado y personal.
ResponderEliminarSupongo que en múltiples decisiones de ámbito municipal el alcalde y la corporación deberán hacer encaje de bolillos para satisfacer necesidades.
Como ciudadano de Parla y en referencia a la relación con la institución eclesiástica le pediría a las autoridades locales que, con las manifestaciones populares de fe que se acercan al boato y al escaparate fuesen respetuosos, correctos y austeros. Con aquellas organizaciones religiosas que participan en el tejido social de la ciudad, las que ayudan a jóvenes, emigrantes, parados y demás colectivos desfavorecidos, para ellas colaboración apoyo y máxima generosidad.