Acabo de volver de una de esas visitas impagables, por las que ser uno recibe una recompensa infinitamente mayor que lo que pueda entregar. Esta mañana he estado visitando algunos colegios. Allí me he encontrado a los Reyes Magos rodeados de los niños de Parla. Españoles, magrebíes, sudamericanos, eslavos… todos parleños y con esa sonrisa en los labios que te desarma y te hace reconsiderar las cosas que verdaderamente importan.
Es algo que hago todos los años. Es algo que cada Navidad me sorprende más y cada vez más gratamente. Para mí supone el inicio verdadero de las fiestas. Es como un golpe de atención. Y digo golpe porque, habitualmente, me hace darme cuenta de que tengo que ir corriendo a hacer los preparativos de última hora, los regalos de último minuto y enviar las felicitaciones que dejé aparcadas confiando en que aún quedaba tiempo.
Es el momento de disfrutar de la familia, de los amigos, de los seres queridos. Ése es mi gran regalo de Navidad. Aparcar por un rato los problemas que intentas resolver cada día, tomar oxígeno y dar un abrazo, un beso, a quienes aprecias de verdad, a las personas que son el motor de tu vida.
Decía el dramaturgo austriaco Arthur Schnitzler que “estar preparado es importante, saber esperar lo es aún más, pero aprovechar el momento adecuado es la clave de la vida”. Aprovechemos este tiempo. Feliz Navidad para todos y que la disfrutéis con todos los vuestros.
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